Capilla funeraria de Los Alas

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Datos básicos

Clasificación: Patrimonio cultural

Clase: Patrimonio religioso

Tipo: Capillas

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Avilés

Parroquia: Avilés

Entidad: Avilés

Comarca: Comarca de Avilés

Zona: Centro de Asturias

Situación: Costa de Asturias

Código postal: 33402

Cómo llegar: Capilla funeraria de Los Alas

Dirección digital: 8CMPH34H+WG

 

Capilla funeraria de Los Alas

Fotografía: Las fotos que mostramos de Capilla funeraria de Los Alas han sido realizadas por EuroWeb Media, SL y tienen toda nuestra garantía.

Descripción:

Un auténtico tesoro arquitectónico es la protogótica capilla de Santa María de las Alas, declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento.

Se levantó en el siglo XIV adosada al costado norte de la antigua parroquial de San Nicolás de Bari (hoy iglesia de los Padres Franciscanos), pero sin comunicación con ella.

Se trata de una pequeña y sobria edificación funeraria, de planta cuadrada y cubierta a cuatro aguas, asentada sobre el antiguo cementerio eclesial. Su fundador fue Pedro José, quien la menciona en su testamento de 1346; al parecer, era un ciudadano corriente, sin parentesco con la familia de las Alas, que a base de trabajo hizo fortuna. Por tanto, la vinculación de la capilla con la noble e influyente familia avilesina sería posterior a su promotor (Raquel Alonso Álvarez).

El acceso a la capilla se realiza desde la fachada occidental a través de una portada apuntada de esmerado diseño y decoración, con interesantes rostros expresionistas, iguales a los de las ménsulas que soportan los nervios de la cubierta, una abombadísima bóveda.

Sobre la puerta enseña un escudo de época posterior, barroca, con las armas de las Alas. Su interior, uno de los más sorprendentes y logrados del medievo asturiano (R. Alonso Álvarez), es oscuro, como corresponde a su finalidad; la iluminación, muy pobre, la proporciona una sola ventana, apuntada y dividida en dos por un parteluz.

En el suelo se conservan dos lápidas sepulcrales del s. XV, y en los muros laterales se dejan ver cuatro sepulcros bajo arcosolio, dos a cada lado. Durante la guerra civil desapareció su mejor pieza, un extraordinario retablo de alabastro, del siglo XV, procedente de un taller inglés.

La salerosa capilla gótica de Santa María de las Alas

Autor: Alberto del Río Legazpi*, escritor y periodista asturiano.

Fue el mismo año en que Marco Polo murió en Venecia. Por entonces, en Avilés, ya estaba construida la capilla de Los Alas (o de los de Las Alas). El dato aparece en testamento, fechado en 1346, de uno de los miembros de esta familia avilesina de mercaderes, marinos y guerreros, en el que dona su recién construida capilla a sucesores y familiares.

Los Alas tenían palacio y alcázar defensivo, frente a la iglesia de San Nicolás de Bari (hoy de los Padres) y del cementerio de la villa, que estaba encajado entre dicho templo y la muralla que daba al puerto marítimo. Allí construyeron ellos su capilla funeraria, que estaba fuera del camposanto y lindaba con los alfolíes (depósito de sal), que eran una de las fuentes de riqueza comercial del Avilés medieval.

Una capilla salerosa, en todos los sentidos del término, de gran valor arquitectónico y delante de la cual se reunió —durante muchos años— el Ayuntamiento de Avilés, cuando ni existía El Parche o plaza de España.

Los Alas, generalmente, estuvieron en la pomada histórica. Bien porque sus orígenes están ligados, por la leyenda, al castillo de Gauzón. O que Esteban de Las Alas fue lugarteniente de Pedro Menéndez de Avilés en la gran aventura americana de éste en Florida (USA). O que su palacio fue, posteriormente, agrandado y transformado por el marqués de Camposagrado, y hoy convertido en Escuela Superior de Arte del Principado.

Igual es hablar por no estar callado: pero si fue por trascender, parece que Los Alas se tomaron muchas molestias para poco. Y es que diversas circunstancias hicieron que su estela quede, hoy —no plasmada— sino pasmada en calle desustanciada y capilla jugando al escondite.

Porque esta joya gótica del siglo XIV lleva más de un siglo encajonada y avasallada. Ahora mismo y desde que el puerto de Avilés ya no está a sus pies —finales del XIX— su función principal diríase que es servir de patio de luces (de principios del XX) a las casas que la acosan. Incluso uno de esos edificios obtuvo permiso de la autoridad pertinente —que para esto del patrimonio siempre suelen ser impertinentes— para adosar un curvado muro de cemento, que fue cosido —y ahí va que te preste— a un costado del monumento medieval. Y ahí permanece esta soberana chapuza.

Y eso que el monumento figura en los libros de historia y en todas las guías turísticas. Actualmente está desnuda en su interior. Pero no fue así hasta 1936, porque hasta entonces —y desde siglos— la adornaron un retablo de alabastro y la imagen de la Virgen.

Hay versiones que hablan de su destrucción. Otras afirman que alguien aprovechó aquellos momentos dramáticos de la Guerra Civil para sustraerlos y si te he visto no me acuerdo.

El retablo en cuestión (siglo XV), de procedencia inglesa, está compuesto por siete tableros de 50 por 25 o 50 por 15 centímetros, de un valor incalculable.

Cuando la capilla se restauró, en 2010, en sus paredes e interior rebrotó el asunto de la desaparición de las joyas artísticas que atesoraba. Y el Ayuntamiento avilesino, las puso en busca y captura. Fijó precio (8.100 euros) y «colgó» —en un insólito arranque de modernidad— una página web (www.capilladelosalas.org/) para premiar informaciones sobre lo desaparecido.

Pero nunca más se supo, hasta ahora, sobre lo birlado en este edificio tan artístico como saleroso.

Porque supongo que habrán advertido ustedes esa gracia y ese donaire que tiene —aun con sus alas cortadas— esta salada capilla de Los Alas de Avilés.

Nota

(*) Este texto está publicado también en el diario La Voz de Avilés-El Comercio, con fecha 8 abril de 2012, el mismo epígrafe y el subtítulo «El célebre monumento medieval permanece, con las alas recortadas, encajonado por edificios de viviendas y ejerce de patio de luces de los mismos», en la página dominical «Los episodios avilesinos», que Alberto del Río dedica a aspectos históricos, artísticos, biográficos y costumbristas.

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